Esta es una colaboración que hace Jerónimo.
Me ha dicho Marita, lo del blog,
y al verlo, tan amable y pulcramente dietético,
me ha parecido que un contrapunto,
de vez en cuando no estaría mal,
sobre todo cuando la cosa de comer,
se presente más animada que de costumbre,
y que no nos de asco
comernos un pez muerto ó un churrasco.
De cualquier modo vosotras veréis.
Esta es la colaboración que envío,
repleta de pecados capitales, que ya sabéis
son los que dan color a este lío.
SITIOS PARA COMER.
La semana pasada, tuve que ir,
por razones de trabajo, a Palencia,
y creo que es de conciencia
contaros mi impresión
de un par de sitios donde di solución
a la cuestión de la subsistencia.
Al ir, en Arévalo, el asador “Las Cubas”,
y al volver, en Medina, restaurante “Continental”,
ambos de sobrio aire castellano.
El segundo, rancio desde 1904,
y el primero, más campechano.
Lugares donde se puede despachar
bien el asunto de almorzar,
y el buen yantar está asegurado.
Dejarán satisfecho incluso
al paladar más delicado,
que en asuntos de llenar la andorga,
nadie debe estar confuso,
ni andar desvariado.
Allí encontraréis, desde el menú diario,
asequible a cualquier cristiano,
a base de pistos, sopas
y nutritivos guisotes castellanos,
hasta jugosas y demoledoras piezas de carne
de cualquier cornúpeta, sacrificado,
para satisfacer la gula
de un químico, un rollista ó un beneficiado.
Sangrientas ó bien pasadas,
espectaculares a la vista;
sólo para gente seria y tragaldabas,
abstenerse ilusos y especuladores surrealistas.
Y en los medios lo típico;
cochinillo y lechazo asado,
comida tan exquisita
que por mucho que repita,
nunca termino cansado
Y si al pedir la comanda
no andáis con tino,
os veréis como yo,
con ademán mohíno
echando de reojo una mirada,
con el recato barato
de una puta disimulada,
al chuletón del vecino,
que fue el primero que sirvió el camarero,
pensando para mis adentros
-arrea compadre, que desatino -
-¡es colosal, menudo taco!-
liquidar esto se lleva un rato
en buen lío estoy metido.
Menos mal que no he pedido
además, el cocido maragato.
Y para beber, vino de la región,
que entre Ribera, Cigales y Rueda
difícil está la elección,
aunque, y decirlo no me pesa,
siempre hay salvajes como yo
que no pasan sin la cerveza.
Ah!, sobre el pescado,
No traigo recado alguno.
El lugar no era adecuado
ni el momento oportuno,
de ponerse a preguntar, no sea
que el camarero me mire con sorna
pensando “este tipo es un tuno”,
y me conteste: oiga en esta tierra,
la comida no es cuestión de broma;
aquí lo que se lleva es el animal vacuno.
¿Desean los señores postre? Para mí flan.
Genuino, de huevo, caramelo y tamaño natural;
Oiga garçon, y para conducir espabiladito
luego me hará el favor de hacerme un cafelito…
…no, no quiero un purito.
Encima el currito de guasa.
Después de esta me pondré a plan,
a ver si el empacho se me pasa.
Menudo viajecito…
Tras esta pantagruélica digresión,
la moraleja ya la sabes: terminarás ahíto,
si en cuestiones de alimentación,
no te controlas un poquito.
Pero si aún persistes en tu intención,
espero de corazón que alguna vez,
te sea útil esta recomendación.
Hieronimus
(Febrero de 2004)
En Arévalo, Calle Figones 11,
y en Medina del Campo, Plaza de España 15.
Jerónimo, es estupendo encontarte en el blog de tus hermanas.
ResponderEliminarSigue con nosotras que nos gusta.
esta bien que depués de ese cocido maragato te echasen el chuletón en el plato, pero sobre todo es perdido que siendo el pagano un ageno, no dieses cuenta como un cristiano de cocido, chuletón, cochinillo y alguna que otra vianda que a modo de postre u otro plato llenase el gasto previsto
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